Por: Alex Villarreal
La mañana del miércoles 29 de septiembre, salí de mi casa en punto de las 6:00 a.m. para tomar el camión e ir a la Universidad. Frente a mi casa hay unas canchas de fútbol rápido y a un lado hay pasamanos, columpios y todos esos juegos típicos en una plaza de barrio. Estaba oscuro aún, pues no era hora de que saliera el sol. En eso vi a cuatro jóvenes vestidos de manera similar: pantalón entubado, gorra y playera de tirantes, cada uno con una patineta en man; estaban conversando como si planearan hacer algo.
Seguí caminando, un poco confundido y cuestionándome por qué había skates a esa hora de la mañana, tan madrugadores. Solo observaba que uno de ellos (el más alto) miraba a lo largo de la plaza, mientras movía sus manos como señalando a puntos estratégicos de la placita y, al mismo tiempo, les daba indicaciones a sus colegas. Me retiré del lugar y poco a poco fueron quedando atrás esos jóvenes.
Subí al camión, llenísimo de gente por cierto. A lo largo del camino al fin logré tomar asiento y mientras miraba fijamente por la ventana, observaba a la gente, los autos, el paisaje y el amanecer. Solo iba contemplando la ciudad y disfrutando del viaje de más de una hora.
Eran las 7:15 a.m. y los rayos del sol comenzaban a arder sobre mi piel. Giré mi vista y vi pasar cuatro adolescentes en sus patinetas, todos en fila y a toda velocidad, como si llevaran algo de prisa. Los jóvenes vestían de manera similar a los otros chicos que vi en la placita cerca de mi casa; efectivamente eran «skates».
Para mi sorpresa, esta vez fue distinto, agora eran tres chicos y una chica, lo cual llamó más mi atención. Era muy linda, tenía su cabello largo color castaño, ojos grandes color café, piel aperlada y una sonrisa fascinante. Manejaba la patineta mejor que yo, mientras realizaba saltos y piruetas en ella, parecía tener práctica.
Cuando regresé a casa eran ya las 3:00 p.m. y en la placita frente a miz casa, estaba saturada de «skates», todos realizando saltos y distintas maniobras. Parecían estar en competencia, al parecer eran skates de otra colonia que habían retado a los otros chicos. La verdad, desconozco la recompensa al posible ganador, pero pude observar cómo los chicos que había visto por la mañana planeando su rutina, realizaban sus mejores técnicas y trucos encima de su mejor amiga: la patineta.